Nuestro destino hoy es el lugar más transitado de la ciudad de Úbeda, joya del Renacimiento en el sur de la Península. Hasta ella nos lleva José Miguel Gámez Salas, Historiador del Arte por la Universidad de Jaén, especialista en iconografía y en Arte y Género. Sus investigaciones se centran en el campo de la iconografía de las Artes Plásticas de la Edad Moderna y sus resultados se reflejan en numerosas publicaciones de índole provincial, nacional e internacional. En la actualidad José Miguel es el presidente de la Asociación Cultural Úbeda por la Cultura, colectivo que colabora y trabaja junto al Ayuntamiento de Úbeda y la Diputación de Jaén en la organización de proyectos y eventos culturales de la ciudad.
La Plaza por la que hoy nos guía este destacado historiador, así como los demás principales puntos de interés de este destino Patrimonio de la Humanidad, están incluidos en la guía virtual que la ciudad ha publicado durante el confinamiento, con la colaboración de GVAM y del Grupo Ciudades Patrimonio de la Humanidad. Sin más dilación, os dejamos con su particular mirada para esta nueva entrega de #ContarElArte.
La Plaza Vázquez de Molina
La Plaza Vázquez de Molina de la ciudad de Úbeda se erige como una de las composiciones de mayor excelsitud plástica y arquitectónica del Arte europeo, cuya mayestática belleza manifiesta una inalienable vinculación con los preceptos clásicos del Renacimiento, y en menor medida con la idiosincrasia estilística del Barroco, instituyéndose como el gran argumento que coadyuvó en la declaración de Úbeda junto a Baeza como Ciudades Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 3 de julio de 2003.
El espacio se halla constituido por diversos edificios de naturaleza religiosa y civil, escenificando un complejo urbanístico únicamente asociable en términos de extensión a la Plaza de la Signoria de Florencia. En el siglo XV la Plaza Vázquez de Molina presentaría un pequeño valle formado por el arroyo de la Azacaya delimitando con el alcázar amurallado. Las numerosas disputas entre las familias nobiliarias como los Cueva y los Molina, provocaron la intermediación de los Reyes Católicos quienes demolieron el alcázar con el objeto de acabar con el enfrentamiento entre ambos clanes. Así, se llevó a cabo el denominado “llano de Santa María” al ubicarse de forma unitaria en este espacio la Basílica Menor de Santa María de los Reales Alcázares, y tras la construcción de la Sacra Capilla de El Salvador, este lugar sería conocido como “llano del Salvador”.
La Plaza Vázquez de Molina a principios del siglo XX era un espacio único designado como el Paseo de las Delicias, hasta que la Dirección General de Bellas Artes en la década de los 50 llevó a cabo una nueva restructuración de la Plaza otorgándole la actual morfología. De esta forma, la gran obra que preside la misma correspondería a la Sacra Capilla de El Salvador del Mundo, encomendada su construcción por el secretario imperial de Carlos V, Francisco de los Cobos y Molina cuyo objeto residía en realizar un panteón funerario para su familia. Los inicios de su edificación nos retrotraen a la bula papal de Paulo III en 1535, y en la que trabajaron algunos de los artistas más trascendentales del panorama artístico español; desde Diego de Siloe y Andrés de Vandelvira en el carácter arquitectónico, hasta la ejecución escultórico del francés Etienne Jamet, o el extraordinario retablo de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor de Alonso de Berruguete realizado en 1559.
Así, a la derecha de la Sacra Capilla de El Salvador, se alza el Palacio del Deán Ortega (Lám. 1), construcción del artista alcaraceño Andrés de Vandelvira –a quien le debemos la mayoría de las obras de índole renacentista en Úbeda- llevada a cabo a mediados del siglo XVI. Su edificación alude al deseo del propio Francisco de los Cobos de encontrar con especial diligencia a su confesor, Fernando Ortega y Salido, deán de la Catedral de Málaga y quien configuró el programa iconográfico que debía de escenificarse en el gran panteón funerario de Cobos.
En el centro de la Plaza Vázquez de Molina, se halla la fuente renacentista que supuso a mediados del siglo XVI un regalo del senado veneciano a Francisco de los Cobos, quien poseía un rico patrimonio artístico entre el que podemos destacar una Piedad de Sebastiano del Piombo (1533-1539) o un San Juanito esculpido por Miguel Angel en 1495, imagen que se ha determinado como la única que realizó el artista florentino en España, y que supuso un regalo de bodas para Pierfrancesco de Medici. Seguidamente, hallamos el Palacio de Juan Vázquez de Molina (Lám. 2), actual Ayuntamiento de Úbeda, también diseñado por Andrés de Vandelvira a mediados del siglo XVI, nutriéndose de los preceptos tratadísticos de Fray Gioconda de Verona y Vitruvio, disponiéndose una fachada en la que se procede a la alternancia de órdenes clásicos y en el que la ciencia matemática agudiza su influyo mediante la progresiva disminución de las dimensiones entre los cuerpos del edificio.
Justo enfrente del citado Palacio de Vázquez de Molina, se alza la Basílica Menor de Santa María de los Reales Alcázares (Lám. 3), levantada sobre una antigua Mezquita árabe, y que alberga diversos estilos artísticos que pueden distinguirse en el exterior e interior del templo. Así, las portadas responderían al estilo barroco cuya ejecución debió de producirse en el primer tercio del siglo XVII por los arquitectos locales Martín López de Alcaraz y Pedro del Cabo, abordando el programa escultórico de ambas portadas el ubetense Luis de Zayas. En el interior, de las treinta y dos capillas que lo conformaban, actualmente únicamente se encuentran dieciséis proyectando los estilos gótico, renacentista y barroco, respondiendo su construcción a deseos nobiliarios, y albergando algunas de las tallas de imaginería de mayor relevancia plástica y técnica de la Semana Santa ubetense.
Compartiendo espacio en la Plaza Vázquez de Molina junto a la Basílica Menor de Santa María se disponen dos edificios: la Antigua Cárcel del Obispo, institución de finales del siglo XV que suponía el recogimiento de doncellas y seglares que habían decidido llevar a cabo la vida religiosa, y el Palacio del Marqués de Mancera, construcción de finales del siglo XVI y principios del XVII que se erige como uno de los escasos ejemplos de arquitectura manierista de la ciudad, y que pertenecería a Pedro de Toledo, primer marqués de Mancera y Virrey del Perú, a pesar de que serían dos canónigos de la Basílica Menor de Santa María, los hermanos Hernando de la Herrera y Lope de Molina Valenzuela quienes encomendarían su levantamiento. Finalmente, y anexo al Palacio del Marqués de Mancera, se dispone el Antiguo Pósito, antigua institución de crédito agrícola destinada al almacenaje de grano correspondiente al año de 1560, y que posteriormente cumpliría la función de sede de reclutas, organización sindical, y actualmente de sede de la Policía Nacional.
José Miguel Gámez Salas. Historiador del Arte. Presidente de la Asoc. Cult. Úbeda por la Cultura