Dejar «ver y hacer», clave de la relación entre tecnología y patrimonio cultural

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29 enero, 2014

Dejar «ver y hacer», clave de la relación entre tecnología y patrimonio cultural

Expertos en patrimonio cultural con “consciencia TIC” y proveedores tecnológicos con experiencia en patrimonio. La perspectiva de estos dos colectivos, y su relación, han sido analizadas en el estudio llevado a cabo por el proyecto eCultObservatory. Pese a la estereotipada confrontación entre industrias culturales y empresas tecnológicas, ambos grupos profesionales trabajan hoy por ofrecer al público un equilibrio entre el “estar viendo” y el “estar haciendo”, es decir, por incorporar la participación del visitante/usuario. Esto exige una ruptura con la tradición. Una tradición que, por el lado del patrimonio, dispone la pasividad del público como discurso predominante, y que, por el lado de la tecnología, presta más atención a la funcionalidad que a la narrativa.

Para el estudio se realizaron 46 entrevistas. La muestra, procedente de Europa, se reparte entre los países que figuran en los siguientes gráficos:

 

 

Para enmarcar la situación actual, conviene saber que el 80% de los encuestados ha creado ya una web oficial, con calendarios de actividades, revistas online, vídeos y, en un mínimo porcentaje de casos, tiendas online. Cerca de la mitad de estos portales incluyen exhibiciones digitales, reproducciones virtuales o similares. La última tendencia, según EcultValue, es la innovación móvil. Aquí podemos añadir los datos de las últimas encuestas sobre apps en los museos de Iberoamérica y apps en los museos de Reino Unido: la tasa de implantación de estas herramientas es de un 7% y 50% un respectivamente. Todo ello frente a un mercado del ocio muy competitivo y una crisis de asistencia a los museos palpable.

Los expertos en patrimonio que aún no han iniciado ningún proyecto tecnológico novedoso, aunque prevén riesgos, son conscientes de la necesidad de las TIC. De mayor a menor, estos son los beneficios que ven en la tecnología: atraer a la audiencia, mejorar su comunicación, accesibilidad y publicidad, proveer servicios tanto para la audiencia como para su personal, mejorar la experiencia de usuario y, en último lugar, apoyar la preservación y el archivo de las colecciones. Los proveedores tecnológicos comparten mirada, pero advierten que, en ocasiones, las instituciones culturales no encuentra la forma de unir la tecnología disponible con sus necesidades particulares. En conclusión, la innovación TIC para el patrimonio cultural requiere un ejercicio conjunto de creatividad y de diálogo. Ambas partes, proveedores y clientes, debieran de dejar de “ver la paja en el ojo ajeno”.

EcultValue concluye a su vez que un alto porcentaje de stakeholders, especialmente los relacionados con las instituciones más tradicionales, no parecen estar convencidos del potencial de las TIC para aportar valor a las colecciones, presentarlas de una forma más innovadora, divertida y orientada al visitante. Esta especie de escepticismo se agrava con la renuncia de unos pocos a utilizar complejas tecnologías que pudieran no servir a sus necesidades. Reflejo de ello es el hecho de algunos proveedores vean incluso más obstáculos a la innovación en cultura que sus propios clientes, pues son conscientes de que no hay herramientas de «talla única» que encajen en todos.

Aunque la carencia de recursos parece ser el principal impedimento, ambos grupos proponen varias soluciones que pueden contribuir a una adopción tecnológica más económica y con mayor garantía de éxito. Una de ellas es tener un departamento TIC o “personal entrenado” dentro del museo o institución. Idealmente, esta persona debe tener background sobre la organización, sobre patrimonio cultural y cierta sensibilidad ante el contenido. En paralelo, algunos de los entrevistados proponen a este experto como mediador entre ambas partes, conscientes de que el problema, en un alto porcentaje de casos, es de comunicación. Seminarios, workshops y otros eventos son, además, una buena forma de diseminar el conocimiento e intercambiar experiencias con otros stakeholders, también para los desarrolladores.

Respecto a la preocupación de utilizar tecnologías inapropiadas que no cubran las necesidades de la institución, los entrevistados proponen diseños centrados en el destinatario final. Y he aquí la eterna cuestión: ¿quién conoce mejor al público? No debemos olvidar que este «público» es a su vez visitante y usuario tecnológico, por lo que la definición certera sólo puede extraerse de la suma y confrontación de perspectivas.

 

Imagen de portada: www.visitavirtual.cat